martes, 2 de marzo de 2010

Media de la Latina 2010

Cuando empecé a escribir en este blog, me propuse no contar más que chascarridos salpicados con un poco (que no bueno) sentido del humor. No quiero trasladar mis penas a la gente que me pueda leer, porque pienso que a poca gente le interesan. Esta es la causa que haya tenido abandonado el blog tanto tiempo. Como, creo, que ya me he recuperado y he empezado a competir (conmigo mismo), pues eso que os paso a relatar mi última experiencia en una carrera:

La mañana se presento con una temperatura ideal para correr. Los del tiempo habían previsto una especie de tormenta perfecta que nos auguraba un tiempo nefasto para correr y, sin embargo, fue todo lo contrario.

Mi compañero de entrenos (Mocosof) y un servidor nos habíamos propuesto realizar una carrera de menos a más y así fue. Empezamos en el km 1 y nos fuimos hasta el 21, por lo que, efectivamente, fuimos de menos a más.

Los primeros quilómetros (homenaje a uros) fueron a un ritmo bastante vivo hasta que nos encontramos con unos impresentables que nos rompieron el ritmo por completo. Zerolito, Locomotoro, bichobolas y otros paquetillos nos saludaron y empezaron a charlar y, sin darnos cuenta, bajamos nuestro ritmo hasta casi andar. Es lo que tiene juntarse con paquetones que sólo saben estorbar.

En un momento determinado, Bichobolas (un paquete de menos de tres horas en maratón) decide apretar y un servidor seguirle y pese a que iba cómodo a su ritmo, decidí por cortesía hacia mi amigo, vecino y compañero Mocosof parar y ponerme a su altura. Por supuesto dejamos a los impresentables que siguieran con su lenta marcheta para irnos raudos hasta tiempos más acordes con nuestra valía atlética (no del atleti)

Un servidor, por si no lo sabéis, es funcionario, pero un funcionario atípico. Una vez al mes me toca guardia durante una semana entera. La guardia consiste en llevar un móvil pegado al culo las 24 horas del día por si recibo alguna llamada del trabajo. Viene esto a cuento porque ese día en concreto estaba de guardia y, circulando por el km 9 de carrera, sonó el móvil. Atiendo la llamada y le digo a Ernesto que siga hacia delante que, a lo peor, me tengo que parar y abandonar. Solucioné la incidencia muy rápidamente, como indica mi gran cualificación profesional, e intenté, mientras corría, meterme el móvil en la abertura que tenía en la parte de atrás del pantalón. Uno, que siempre ha sido un manitas, estaba empanado en ese momento y era incapaz de colocar el móvil en su sitio. En un momento determinado me paro y miro a la cara fijamente a un policía municipal que estaba cuidando la carrera y le digo: ¿Sería tan amable de meterme el móvil?. El Guardia en primer término me mira extrañado, pero después accede y empieza a meterme mano por detrás de la malla para buscarme la cremallera del pantalón corto que tenía debajo. El municipal no atinaba y un servidor cada vez se agachaba más para facilitar la tarea al hombre que se estaba poniendo por momentos muy nervioso. Pasado un tiempo, el policía me dice: "Espere un momento que me voy a quitar el guante". Os podéis imaginar la cara de los que seguían en carrera cuando ese fistro de guardia se quita el guante para meterme mano por dentro de la malla. Total que perdí más de un minuto en la maniobra.

Los kilómetros fueron pasando y empezaron las cuestas. Entonces decidí apretar y enseñar a los demás la técnica de carrera por la que soy famoso en los círculos de los corredores populares. Cuando se empina la carretera, hay que correr con los dos pies en el suelo y los brazos en jarra. Esta técnica es muy efectiva porque te cansa poco, desfrutas más de las carreras porque, al ir andando, tardas más y puedes ver detalles (una señora tendiendo la ropa, el culo de la que va delante, uno meando entre dos coches) que se le escapan a los primeros de la carrera que van como alma en pena sólo pensando en la meta

Al final, 1h 56' de disfrute que se completó con otra hora esperando a que nos dieran la bolsa del corredor. Las organizaciones cada vez piensan más en nosotros, nos tienen mucho tiempo esperando para que así estrechamos relaciones y nos contemos nuestras maravillosas experiencias.

Al día siguiente tenía que ir al médico por un problema de próstata y claro, el galeno me hizo un tacto rectal. Se puso un guante de latex para meterme el dedo por salvase la parte y cuando estaba urgando, me dio por mirar para atrás y ¿adivináis a quién vi?. Sí, era el policía municipal de la carrera. El policía era el médico. Lo que tiene que hacer la gente en tiempos de crisis..... por supuesto nos dimos los teléfonos. Toda historia de amor tiene un final feliz

martes, 28 de julio de 2009

La alegría en casa del paquete


Foto cortesía de Claudio Luna (24 horas)

El día amaneció como casi siempre, "cagao". Los días "cagaos" son aquellos en los que no te atreves a salir de casa, todo te da pavor. Ya en la ducha notas cada gota de agua como si cayeran chuzos de punta, el desayuno te entra de mala manera, la casa te da vueltas. Respiras hondo a ver si así te pasa el miedo que tienes en el cuerpo, te dan unas ganas horribles de volverte a la cama y darle un tiento a la mujer que hace algunos minutos dormía a tu lado, pero te das cuenta que es la tuya y que falta bastante tiempo para que te vuelva a tocar, que estás en lo que se llama el periodo romántico, es decir, el periodo "a dos velas.

El día anterior tenía preparada la bolsa con todo lo necesario para trotar una carrera (media maratón) más, de esas que se han convertido en un negocio para algunos organizadores, un sobresueldo para los atletas de élite y en una ruina para los participantes populares (inscripción, viaje, soborno a los organizadores.......).

Saque el coche del garaje de forma mecánica, sin pensar, como, por otra parte, se sacan todos los coches hasta que no inventen otra forma. Me dirigí al lugar en el que estaba la salida de esa carrera. Según me acercaba al punto de partida me iba poniendo más nervioso, estaba temblando, las manos sudorosas, el estómago como una piedra. Ya se lo había dicho a mis compañeros de rodaje, no hace falta hacer abdominales para tener el estómago duro.

Comencé a calentar un poco, pero mi cabeza estaba a kilómetros de donde estaban mis pies, no sabía lo que me pasaba, no hacía más que mirar al suelo, no quería ver a nadie, me tropecé varias veces con personas que calentaban en dirección contraria a la mía y no me disculpaba, temía el momento que dieran el pistoletazo de salida. Me coloqué como un zombi en el punto de partida y agaché la cabeza como si me fueran a dar el tiro de gracia (nunca he sabido porqué lo llaman así, maldita la gracia que tiene el tirito ese).

Sonó un disparo a lo lejos y la gente comenzó a correr , les seguí mirando al suelo, sin levantar la cabeza . Pasaron unos minutos que para mi fueron horas y pensé: "esto no puede seguir así, tengo que levantar la cabeza y empezar a correr, acabar la carrera de manera digna". Apreté el paso a todo lo que daba, levante la cabeza y miré al horizonte, de pronto me di cuenta que no había nadie delante de mi, miré atrás y tampoco había nadie, aceleré todo lo que pude. "No puede ser, pensé, por primera vez en mi vida voy primero en una carrera". Me di cuenta que corría "redondo", la zancada era cada vez más fluida, la respiración más acompasada. La gente me aplaudía y me animaba como nunca antes lo había hecho.

Pasaron los kilómetros y nadie me alcanzaba. Me disponía a dar la primera vuelta de las dos que había que correr para completar el circuito de la media maratón, cuando, después de doblar una esquina y en la mitad de una recta de un kilómetro, oí una voz que me decía: "APÁRTESE QUE LE VAN A DOBLAR". De pronto aparecieron tres negros corriendo como gacelas a los que perseguían todo un ejercito de corredores que corría como una manada de elefantes en estampida y jadeaban como si se les fuera a salir el corazón por la boca, empezaron a pasarme como si estuviera parado, cada vez me adelantaban más paquidermos, los muy puñeteros no tenían piedad de mi, me miraban como si fuera un obstaculo que hubiesen puesto en el medio y había que apartar de un manotazo. Ellos doblaron en una esquina y se encaminaron hacia la meta mientras a un servidor uno de los voluntarios le decía "NO, POR AQUÍ NO, LE QUEDA OTRA VUELTA ".

De pronto todo se me vino abajo, me dolía mucho la cabeza, las piernas cada vez las tenía más pesadas, lo que antes era una zancada de corredor de élite ahora era la de un pisador de uva. Empecé a oír una música rara, cada vez el ruido estaba más próximo, parecía una sirena de bombero o de ambulancia, volví la vista atrás y me di cuenta que era el coche escoba y el motorista de la policía municipal que me dijo "DATE PRISA CHACHO QUE TENGO GANAS DE LLEGAR A CASA. SIEMPRE ME TOCAN A MI ESTE TIPO DE SERVICIOS, ENCIMA EN DOMINGO.

Acabé en la meta con unas ganas horribles de vomitar, cuando la traspasé me dió una de mis arcadas famosas y arrojé todo el desayuno, los abdominales tipo "CR9" se esfumaron como todo lo demás y me quedó la tripa "mahou" de las de toda la vida, la que tiene que tener un hombre de bien que se haga respetar.

Llegué a casa con una bolsa en las manos que contenía una camiseta, un pisapapeles que servirá cualquier día de objeto contundente cuando se enfade mi mujer conmigo y con el cuerpo escombro de siempre, la cara pálida, los ojos hundidos, las piernas doloridas ..... Es decir, el cuerpo que tiene que tener cualquier deportista que se precie.

Ya lo dice el refrán "Qué poco dura la alegría en casa del paquete", ¿o era del pobre?










martes, 21 de julio de 2009

César y la montaña


Foto mangada a Gebre, sin su consentimiento y con
proceso judicial pendiente

No tengo una buena experiencia en la única carrera (La Pedriza) de montaña que he realizado. Ya desde el primer momento me coloqué de los últimos , no porque no pudiera ir más deprisa, sino porque estaba controlando a los corredores escoba que, cuando nadie los ve, los muy golfos se paran a fumar y a beber cerveza. Un servidor fue el encargado de controlarles y chivarse a la organización, hasta que se dieron cuenta y me lesionaron en el tobillo, con lo que no tuve más remedio que retirarme. Cuando pensé que tenían preparado un helicóptero para llevarme hasta la meta, me obligaron a realizar practicamente toda la carrera andando, como castigo.

Con el aliciente que me proporcionó esa primera experiencia, me apunté con mis amigos los paquetes a realizar una excursión a Navacerrada, con la promesa que esta vez los corredores escoba íbamos a ser Juan (Uros) y un servidor. El fumaba y yo bebía cerveza.

La quedada era a las 7,30 en Cercedilla, de manera que quedé con Uros en Rivas a las 6 de la mañana. Después de dar 5 vueltas a la rotonda en la que habíamos quedado, salimos por la salida correcta que nos llevó a la M40. Íbamos en animada charla, cuando nos dimos cuenta que estábamos cerca de Barcelona, de manera que felicitamos a Guardiola por sus logros y conocimos el Camp Nou. Como teníamos prisa, nos despedimos del entrenador del año y enfilamos hacia Madrid, dirección carretera de Burgos, nos desviamos hacia Colmenar y luego tomamos el desvío de Navacerrada hasta llegar a Cercedilla. Nos dimos cuenta en ese momento del porqué el Atlético lleva tiempo sin ganar nada, lo del hotel de concentración es una leyenda, lo estuvimos buscando durante bastante tiempo y no lo encontramos.

Al llegar al lugar de la cita nos encontramos con la primera sorpresa, lo que parecía ser una excursión con cervecitas y cigarrillos, era una carrera en toda regla. Se apuntaron a la quedada dos máquinas (Benito y Hormigo) de correr en montaña que nos iban a servir como guias. En ese momento pensé "menos mal, ya tengo con quien picarme", además estaban Luis (CyT), Carlos (Cvelayos), Jesús (Zerolito), Paloma (la única con sentido común y sin nick).

Ya en los primeros momentos me di cuenta que la montaña no tiene secretos para mi, domino todos los aspectos de las cumbres. Lo mismo notaron mis compañeros que no hacían más que admirar la depurada técnica que tengo en esos menesteres.

Al principio íbamos a un ritmo alegre, hasta que llegaron las primeras cuestas "corribles" ¿o eran horribles?. Benito me dijo "ahora vienen algunas subidas de huevos" (con lo que eso duele), la mitad de las veces los tenía tan subidos que me oprimían la garganta y no me dejaban respirar, la otra mitad, al ir cuesta abajo, me bajaban de golpe con lo que hacían un efecto rebote bastante molesto. Afortunadamente llegamos a la cima y pensé: "Ha pasado lo peor y parece que he resistido, ahora a disfrutar" .

¡Qué equivocado estaba¡, faltaba lo peor. Ya me lo dijo Benito, la calzada romana es una bajada de narices. "Leches, pensé, ya he subido con los huevos doloridos y ahora le toca a las narices". Total que quedé con Uros que mis narices y las suyas tenían que acabar en su sitio, de manera que empezamos a bajar por la "via napia" efectuando pasos de ballet, agarrados de la mano y declarándonos amor eterno, lo hacíamos despacito para que los que conocen la eternidad nos esperen muchos años , que un servidor tiene que hacer muchas cosas todavía (la cena, hacer camas......)

Al final la gente llegó a la meta sana y salva, con todos los atributos en su sitio y con una prisa de mil demonios. No hubo ni bolsa del corredor, ni cerveza, ni cigarrito, ni la escoba prometida a los que hicimos de corredores idem. La próxima vez me van a engañar estos.............. lo llevan claro

¿Cuando es la próxima?, ¿en el MAM se puede beber cerveza?

miércoles, 15 de julio de 2009

La culpa siempre es del más débil (el remero)

Me había propuesto dos cosas para este blog, no escribir de otro tema que no fuera atletismo y no tomármelo demasiado en serio, pero la noticia de la muerte del niño prematuro en el Gregorio Marañón me ha traído a la memoria una historia que circulaba por Internet hace unos años, historia inventada pero que ilustra lo que pienso sobre casos parecidos. No voy a valorar el caso concreto del Gegrorio Marañón porque no tengo los suficientes elementos de juicio, pero creo conocer el funcionamiento de algunas organizaciones y siempre pasa lo mismo. Da igual el tipo de error que sea, unos cobran la responsabilidad que se le supone y otros pagan por la responsabilidad que no cobran. La historia es la siguiente (la transcribo tal cual la recibí por correo):

En el año 96, cuenta la crónica, se celebra una competición de remo entre dos equipos: el primero compuesto por trabajadores de una empresa española, y el otro por colegas de otra empresa japonesa. Apenas se da la salida, los japoneses salen zumbando, banzai, banzai, dale que te pego al remo, y cruzan la meta una hora antes que el equipo español. Entre gran bochorno, la dirección de la empresa española ordena una investigación y obtiene el siguiente informe: “se ha podido establecer que la victoria de los japoneses se debe a una simple argucia táctica, mientras que en su dotación había un jefe de equipo y diez remeros, en la nuestra había un remero y diez jefes de servicio. Para el próximo año se tomarán las medidas oportunas”.

En el año 97 se da de nuevo la salida, y otra vez el equipo japonés toma las de Villadiego desde el primer golpe de remo. El equipo español, pese a sus camisetas Lotto, a sus zapatillas Nike y a sus remos de carbono hidratado, que le han costado a la empresa un huevo de la cara, llega esta vez con dos horas y media – cronómetro Breitling con GPS y parabólica, sponsor de la prueba – de retraso. Vuelve a reunirse la dirección tras un chorreo espantoso de la gerencia, encargan a un departamento creado ad hoc la investigación, y al cabo de dos meses de pesquisas se establece que “el equipo japonés, con táctica obviamente conservadora, mantuvo su estructura tradicional de un jefe de equipo y diez remeros; mientras que el español, con las medidas renovadoras adoptadas después del fracaso del año pasado, optó por una estructura abierta, más dinámica, y se compuso de un jefe de servicio, un asesor de gerencia, tres representantes sindicales (que exigieron hallarse a bordo), cinco jefes de sección y una UPEF (Unidad productora de esfuerzo físico), o sea, un remero. Gracias a lo cual se ha podido establecer que el remero es un incompetente”.

A la luz de tan crucial informe, la empresa crea un departamento especialmente dedicado a preparar la siguiente regata. Incluso se contratan los servicios de una empresa de relaciones públicas para contactos de prensa, etcétera. Y en la competición del año 98, los del sol naciente salen zumbando, up-aro, up-aro, todavía tienen tiempo para detenerse a hacerse unas fotos y comer pescadito frito, y llegan a la meta tan sobrados que la embarcación española – cuyo casco y equipamiento se había encargado para esta edición al departamento de nuevas tecnologías – cruza la meta cuando lo hace, con cuatro horas largas de retraso. La cosa ya pasa de castaño oscuro, de modo que esta vez es la quinta planta la que toma cartas en el asunto y convoca una reunión de alto nivel de la que sale una comisión investigadora que a su vez tres meses más tarde, elabora el siguiente informe:
“Este año el equipo nipón optó como de costumbre por un jefe de equipo y diez remeros. El español, tras una auditoría externa y el asesoramiento especial del grupo alemán Sturm und Drag, optó por una formación más vanguardista y altamente operativa, compuesta por un jefe de servicio, tres jefes de sección con plus de productividad, dos auditores de Arthur Andersen un solo representante sindical en régimen de pul, tres vigilantes jurados que juraron no quitarle ojo al remero, y un remero al que la empresa había amonestado después de retirarle todos los pluses e incentivos por el injustificable fracaso del año anterior”.

En cuanto a la próxima regata – continúa el informe – esta comisión recomienda que el remero provenga de una contrata externa, ya que a partir de la vigésimo quinta milla marina se ha venido observando cierta dejadez en el remero de plantilla. Una dejadez preocupante, que se manifiesta en comentarios dichos entre dientes, entre remada y remada, del tipo “anda y que os vayan dando” o “que venga y reme vuestra puta madre” y una actitud que incluso roza el pasotismo en la línea de meta.

domingo, 12 de julio de 2009

La importancia de los estiramientos

Ya en tiempos pretéritos los amantes del ejercicio se dieron cuenta de la importancia que tenían los estiramientos para prevenir lesiones.

Los Espartanos sabían de la importancia de los "es-tiramientos" y pensaron que había que buscar alguna forma de mejorar las cualidades de los niños que nacían faltos de ellas. Se pusieron a pensar y se dieron cuenta que si les "tiraban" por el barranco de Taigeto para ver si rebotaban podrían mejorar sus condiciones. Los niños no rebotaban, los muy puñeteros, pero dieron pie a inventar más tarde los es-tiramientos con rebote.

Más tarde, en la edad media, (la mejor época de la historia en todos los sentidos, según García Márquez), se descubrió que el estiramiento con rebote podría dar lugar a lesiones, la mayoría de las veces irreversibles, de manera que pusieron a discurrir a los más inteligentes (es decir, a los servidores de la inquisición) e inventaron una máquina de estiramientos que hacía milagros, no solo convertía a los privilegiados que se sometían a la prueba (siempre voluntaria) en más elásticos, sino que también les hacía cantar. Increíble, un atleta cantante. Los de la inquisición eran unos adelantados de su época (el del canto del loco también corre maratones).

En nuestros días las dos tendencias coexistieron durante unos años. Al principio los estiramientos se hacían con rebote, pero, como nuestros contemporáneos son unos pusilánimes, se dejaron de barrancos y tonterías y rebotaban con delicadeza. Esto también les produjo lesiones, menos traumáticas que a los espartanos, pero, al fin y al cabo, lesiones que les mermaban su capacidad atlética.

La escuela actual se ha decantado por los estiramientos sin rebote y sin máquina. entre otras cosas porque el ingenio mecánico de la edad media es difícil de encontrar, de manera que inventaron una forma de realizar los estiramientos sin máquina . Si buscáis en Google, encontrareis una cantidad bastante importante de estiramientos que se pueden realizar.

Por otra parte, para un servidor es importantísimo estirar, la máquina de la edad media sería lo ideal, pero no hay manera de encontrarla , ya he preguntado en el Corte Inglés, Declathon y tiendas especializadas de atletismo. Si alguno sabe dónde hallarla, no dude en ponerse en contacto conmigo, se lo agradecería un montón





miércoles, 8 de julio de 2009

Síndrome de "esto es el colmo"

Hace tres años era una persona normal, de las que hay a millones por el mundo, con sobrepeso evidente y sin más pretensiones que bajar un poco de peso corriendo/andando por las calles de Madrid . Hasta que el 21 de Mayo del 2006 (se me ha quedado grabada la fecha en la memoria) un elemento apodado "Vallar de Vera" me captó para una secta denominada "los paquetes", grupo de individuos que, supuestamente, se dedicaba a los mismo que un servidor.

Al principio todo era maravilloso, parecíamos un grupo de amiguetes que tenían una misma afición (el correr). La gente parecía maja, todo eran buenas palabras y mejores hechos, un servidor creía que había encontrado al grupo ideal para canalizar su afición.

Todo cambió el día que crearon una supuesta liga paquetil, con esa excusa me obligaron a correr un determinado número de carreras al año, cada vez más, primero fueron diezmiles, después (como puntuaba más) medias maratones, más tardes maratones, hasta que en este año me obligaron a apuntarme a una carrera de ultrafondo "las 24 horas de Torrejón". En ese momento me di cuenta de que no estaba en un grupo normal , empecé a sospechar que la gente que me rodeaba estaba loca, nadie era normal, Se creían personajes ficticios, un atleta etíope (Grebelayos), un personaje de la guerra de las galaxias (Darh Vader), uno de dibujos animados (Silvestre), o de los chiripitiflauticos (Locomotoro), o un toro salvaje (uros), o una ecuación de segundo grado (equis), hasta hay uno que se cree una plaza de toros (Malagueta). En fin, cada vez estaba más agobiado porque no entendía que me gustaba estar en ese grupo con lo majaras que estaban.

Intenté salirme del grupo pero no podía, cada vez estaba más enganchado, me di cuenta que estaba secuestrado por una secta de atletismo y lo peor era que me gustaba estar, fuí a psicólogos y psiquiatras que no daban con mi mal, hasta que un día, después de uno de los rodajes de la casa de campo, mi mujer dio con el diagnóstico correcto, me dijo:
"Esto es el colmo, llevas 4 horas fuera de casa escaqueado, sin hacer nada de provecho, encima te tumbas y no ayudas nada en casa". En ese momento me di cuenta de lo que me pasaba, tenía "EL SÍNDROME DE ESTO ES EL COLMO".

Os admiro paquetes, sois la leche (he quitado lo de os quiero porque hay chicos casados y no quiero líos, jejejeje)

lunes, 6 de julio de 2009

Correr es de cobardes

Lo confieso, estoy entrenando para ser uno de ellos, quiero ser un gran cobarde, quiero pertenecer a ese grupo de pusilánimes que forman los que se dedican a practicar este deporte. Estoy de acuerdo con la afirmación y, para ilustrarla, voy a poner dos ejemplos (de los muchos que hay) de grandes "cagaos"

Primeros cobardes: Dick y Rick Hoyt son padre e hijo que corren juntos, hasta aquí una historia como hay muchas, la diferencia de otras historias es que el hijo no puede caminar ni hablar (tiene parálisis cerebral), de manera que el padre va empujando una silla de ruedas. Han realizado numerosas maratones, carreras de montaña y lo más sorprendente, IRONMANES (3800 m de natación, 180 km en bici y 42,2 km corriendo). En natación va arrastrando una balsa con el hijo, después termina la prueba de bicicleta y huye, el muy cobarde, corriendo la maratón. Aquí tenéis el enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=zbXwlgjZ1oY

Segundo cobarde (no comparable, pero sí admirable): En mi grupo de los paquetes hay un compañero que se levanta a las 05:30 de la mañana para poder entrenar, después le espera un día de intenso trabajo y encima tiene tiempo de atender a la familia

¿Algún valiente que se atreva a intentarlo?. ¿Me dejarán pertenecer algún día al grupo de cobardes?